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lunes, 31 de mayo de 2010

Nicolás Wills/ De los nuevos paisajes

De los nuevos paisajes
Por Nicolás Wills




Una de las cosas que más me ha impresionado de vivir en la Ciudad de México es ir a conciertos. No tanto por el comportamiento de la gente, pues de hecho le reprocho al mexicano lo poco que baila; más bien me impacta lo masivo, la cantidad de gente que puede llegar a reunirse en un mismo establecimiento.

Me acuerdo de mirar para atrás en Radiohead, o para un lado en Massive Attack y ver todas esas cabecitas. La mirada tiembla un poco, y termina por devolverse hacia adentro donde busca medidas, categorías, y al no encontrar ninguna descansa aceptando una sensación muy lejana a lo racional y que tantea lo espiritual, la experiencia de lo sublime.


Kant, en su estado más caprichoso, dijo que la mujer puede presentar facultades de belleza, pero que, a diferencia del hombre, no puede presentarse en ellas lo sublime. ¿Qué pasaría ahora con estos nuevos paisajes urbanos llenos de hombres y mujeres? Para mi que son tan poderosos como el ejemplo de contemplar las estrellas que explicaba Burke cuando introdujo el término.


Ya no estamos en esa era romántica que evocan los cuadros de Friederich o las tempestades de Turner. Nuestros paisajes han cambiado, llegó este fantasma del progreso y modifico todo. Del verde pasamos al gris, sin embargo, la naturaleza sigue brava, temblando, mojando y quemando. Pero ya son pocos los hombres que van en busca de ella, de ese paisaje que nos reivindica. Al contrario, la ciudad ya no nos deja ver las estrellas, los campos son líneas de cultivo y nuestros parques son cuadrados verdes que si acaso tantean la belleza pero están muy lejos de lo sublime.


Pero bueno, a que va esto. No al pesimismo, el hombre no va a acabar la tierra más bien al revés; lo que quiero enfatizar es la importancia de buscar estos nuevos paisajes que despierten lo sublime en el hombre a ver si por fin puede volver a conectarse con esa espiritualidad que tiene tan trabada entre consumo, consumo, y consumo. Ahora tenemos nuestras carreteras, nuestros trenes y nuestros Oxxos y Mc Donalds, lo importante ahora es ver desde que tan de lejos o que tan de cerca hay que mirar todo esto para encontrarle esa otra belleza, porque lo cierto es que naturaleza son los ríos y las montañas, pero también los humanos y su basura.

Lo importante deja de ser entonces a qué se mira sino cómo se mira. Otro momento en que sentí este sentimiento de abismo, de vértigo, fue cuando vi la nubes reflejadas en todos los vidrios azules del World Trade Center. La combinación y angulación de los vidrios generaba un efecto de pixelazo bastante impresionante. Como digo, fue tan poderoso como ver una tempestad que se aproxima o el mar embravecido. Lo importante acá es estar cazando estas imágenes, alimentarnos de ellas, para empezar a taponear tanto vacío.