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lunes, 31 de mayo de 2010

Jazael Olguín Zapata/ Desestabilizar al sistema a través del color

aCOMO DESESTABILIZAR AL SISTEMA A TRAVÉS DEL COLOR
Por Jazael Olguín Zapata

Son famosos los ataques en todo el mundo que tienen como objetivo al restaurante de la
"M" dorada. Durante revueltas anti-sistema, manifestaciones organizadas en contra de la guerra, del capitalismo o de las grandes instituciones financieras neoliberales, Mc donalds ha sido entendido como representante de los mismos, por lo cual desde su explosiva expansión por el planeta entero no ha dejado de sufrir físicamente los embates de quienes destrozarlo o inhabilitarlo simboliza una victoria inobjetable.



Sin embargo, para los que han sido encontrados responsables de tales ataques, las consecuencias han sido desde multas altísimas hasta cárcel inmediata. La energía que desahoga una revuelta callejera logra crear una pérdida de la credulidad ante la realidad, pero el sistema a través de toda su gran maquinaria logra reponerse casi de inmediato y los castigos suelen ser ejemplares.



Un caso extraño sucedió en el poblado de B al sur de K. El Mc donalds situado en el barrio comercial de la localidad amaneció la mañana del lunes con un cambio de primera vista sutil, pero que después se probaría irreversible y de dimensiones insospechadas.

Aparecidos los primeros rayos de luz los habitantes perspicaces pudieron notar que la M que coronaba al restaurante no era del color dorado usual, sino de un negro reluciente. Así mismo, todas las M que glorificaban al establecimiento habían sido modificadas a través de la misma acción pictórica. De principio, todo continuó normalmente, aunque se antepuso una denuncia ante las autoridades que, atónitas, no comprendían quien o quienes habían podido subir los veinte metros de altura sin ser vistos y además, lograr tan impecable resultado. Fuera de eso, el restaurante siguió funcionando aparentemente de manera cotidiana.



Los lunes, que es sabido siempre son días comercialmente malos, concluyó con las ventas mediocres usuales. Para el miércoles la situación era evidente: el consorcio apenas vendía el 10% acostumbrado, luciendo sospechosamente vacío durante todo el día. El gerente en entrevista comentó que el mismo lunes avisó a la central en EUA de lo sucedido. Al ser consorcio transnacional, explicó, la reposición de las piezas dañadas con la pintura negra tardarían aproximadamente dos semanas en ser reemplazadas, tiempo que probaría ser suficiente para consolidar su fracaso, ya que ni siquiera el fin de semana se logró remontar las ventas.

Una encuesta realizada una semana después por un periódico local arrojó los resultados sospechados: setenta por ciento de los entrevistados que se declararon consumidores regulares del establecimiento antes de lo sucedido comentaron que desde que la M era de color negro su apetito, tal vez inconscientemente, había desaparecido por completo. Publicadas las encuestas, la desolación del Mc donalds era un hecho consumado y su próximo cierre un evento inminente. Dos semanas después, (ya suplidas las M’s bandalizadas por las doradas) el efecto ocasionado entre la comunidad siguió siendo irreversible, como si la imagen de la M oscurecida hubiera al mismo tiempo ennegrecido a la corporación entera. Un transeúnte comentó: “ Desde que la M se convirtió en negra, aún ahora que ha regresado a la normalidad, no puedo imaginarme comiendo ahí”:



Los responsables, cabe mencionar, nunca fueron expuestos a la luz pública y muchas fueron las teorías en torno a ellos. La semana pasada se informo de una conferencia clandestina en la universidad de bellas artes de T. de la ciudad R. a tres mil kilómetros de distancia del poblado B. al sur de K, en donde se anunció sigilosamente entre los estudiantes que los hacedores de la acción darían una plática al respecto. Inmediatamente se generó un interés nunca antes visto en aquella modesta universidad en donde no solo estudiantes, sino integrantes de todos los estratos de la sociedad se aglomeraron para escuchar a quienes solo a través del color habían hecho quebrar a una de las compañías más consolidadas en el mundo entero.



El auditorio lució un lleno expectante donde sobre todo se olía la curiosidad de los asistentes. Puntualmente aparecieron cinco jóvenes, dos de ellos con el rostro cubierto. Se identificaron como el grupo Salvaje.



Explicaron que su acción tenía como objetivo fundamental “desmontar todo un aparato con el simple cambio de color, buscando desestabilizar un sistema entero intercambiando un color asociado a la opulencia y a la riqueza, al dinero y al poder; inclusive a la felicidad (el dorado) por uno cargado de significados opuestos”.



No se puede olvidar que los colores representan, según la sociedad específica, cosas y significados específicos. “elegimos el símbolo de la M por ser –o pretender ser- todo poderoso. Ha sido genial desestabilizar y hacer fracasar al sistema solamente por el cambio de su color. Foucault en “vigilar y castigar” entiende a la geometría como generador de aparato de dominación y opresión. Nosotros nos atrevemos a proponer al color como agente destructor de los aparatos de dominación y opresión. Vista como práctica artística no tiene como objetivo que esta “revolución” se desencadene inmediatamente después de realizado el proyecto, más bien su objetivo tiene desenmascarar sistemas de dominación impuestos como si fueran verdades absolutas.”



Después de la conferencia se inició un debate muy interesante que terminó con nuevas propuestas por parte de los estudiantes para realizar proyectos semejantes. Sobre la manera en la que lograron logísticamente semejante hazaña, aunque cuestionados en repetidas ocasiones, nunca hubo respuesta concreta alguna.