CARTUCHO (7)

CHICATANAS!





martes, 14 de diciembre de 2010

TEXTOS-TEXTOS-TEXTOS-TEXTOS-TEXTOS

Recuerdos del Día de Muertos.
El 20 de noviembre también fue día de muertos
por Gabriel Cárdenas



México está sangrando y no podemos celebrar. Como no se puede celebrar cuando en tu cumpleaños asesinan a tu mejor amigo, no podemos celebrar un cumpleaños nacional cuando todos los días mueren asesinados mexicanos en nuestro País.

No es estar en contra de la Independencia ni de México, sino en contra de festejar en tiempos de guerra, homicidio e injusticia. Necesitamos que se haga algo. Porque todo lo anterior se ha convertido en símbolo patrio: injusticia, guerra, homicidio.

El no festejar es tratar de combatir un sentimiento de impotencia al ver derramada sangre en todos los periódicos de todos los días en todos los estados del País. No hay nada que celebrar, al contrario, es tiempo de recapacitar, de analizar qué está sucediendo a tu alrededor ¿Por qué todos los días recibes noticias de asesinatos, de secuestros y de tiroteos?

México está llorando y no lo estamos escuchando, nos escondemos en falsas promesas y falsos festejos (producto de manipulación); está gritando, desesperado por ayuda… y mejor se llena el Zócalo de papel y confeti, pero verde, blanco y rojo y de telenovelas y vagones con personajes de la Revolución: nuestro muy personal opio del pueblo.


Reacción es lo que necesitamos. Protestar contra toda la corrupción y sangre en la que vivimos. No más asesinatos, no más muertes, no más muertas en Juárez, no más muertes de funcionarios, no más asesinatos de niños, no más muertes por narcotráfico, no más asesinatos confabulados por el gobierno, no más muertes aprobadas por los que deberían de estar cuidando de nuestra seguridad, no más muertes con el águila como sello, no más homicidios por el narcotráfico enmascarados por el gobierno, no más muertes por el gobierno enmascaradas por el narcotráfico.


Y no necesitamos (como nos dicen) estas fechas de fiesta para olvidarnos un rato de lo mal que la pasamos, de festejar, de divertirnos y “unirnos como mexicanos”; al contrario, no debemos, ni queremos, olvidar ni un segundo lo mal y desunidos que estamos; en ese momento comenzaremos a luchar por dejar de estarlo.

No necesitamos un descanso cuando lo que necesitamos es una liberación. Tenemos que empezar a hacer algo y el no festejar y ofrendar1 en tiempos de muerte es un comienzo para darnos cuenta de que podemos hacer algo; de que no queremos festejar que cuando el presidente grite ¡Viva México!, al mismo tiempo, se esté derramando la sangre de algún mexicano resultado de la inseguridad del País.


Por esas minorías que viven en constante lucha, recemos nuestras plegarias en voz alta. No al silencio, menos a la celebración de un país que se desangra por ser rescatado.


El pasado 16 de septiembre se realizó una ofrenda en las calles de la Ciudad de México en memoria a todas esas personas que han muerto consecuencia de la delincuencia en el País.


El recuerdo anterior es para mantenerlo vivo.


1 Entregar algo en obsequio o beneficio de personas, acciones, ideas, etc., por un impulso de amor, acatamiento o solidaridad.

LOS DIOSES DE LA NADA
José Miguel Lecumberri

“when man determined to destroy
himself he picked the was
of shall and finding only why
smashed it into because”
E.E. Cummings


Por no decir aliento, diré el nombre que primero enfatice esta mentira del dios que fue, asfixia, ahogo, en humana forma, una agonía tan innecesaria que absurda la carne aún resentimiento.


Pero podré hablar de Epicuro, de su relación con esos seres místicos que el átomo del libre albedrío apuñalaría por la espalda y, en última instancia, observaría desangrarse bajo las determinaciones del Principio (la Incertidumbre) de Heisenberg, y también serán mis palabras objeto, de la rica pero autodestructiva nutrición de Ἡδονή, sublime espíritu que deleita a sus elegidos con la más exquisita unción jamás anhelada, en un impromptu de flujos de deseo inconmensurables, fugaces y extáticos estadios que representa lo que ni Freud ni (mucho menos) Lacan pudieron teorizar, en parte derivado de sus cadenas edípico-religiosas, bien arraigadas en sus no tan inhóspitos inconscientes y, finalmente por su excesiva proclividad a una académica propiedad en la congruencia de conceptos que les impidió filtrar la visión por entre los flujos y discursos, penetrar el pliegue, confundirse, ser monstruos no siendo más que humanos.


A esta comunión, extraña e inestable, entre incertidumbre y bienestar, Epicuro la llamó libertad, la hedoné, para él no era el principio del mero placer sexual que se disfraza en algunos textos modernos como una forma de solipsismo promiscuo y carente de fundamento, para Epicuro la hedoné residía en llegar a una comunión entre la materia que nos forma y nos vincula con la naturaleza y aquello que nos hace “semejantes a los dioses”, que nos separa y nos deja abandonados en una vacío angustiante. Ahora bien, en palabras de Epicuro, el transformar este aspecto subversivo del ser humano en algo positivo, es precisamente la tarea del héroe, como la llama Savater, y nace justamente en la libertad, en esa posibilidad infinita de acciones encaminadas al bien, es decir, a nuestra plenitud. La libertad según Epicuro, es total y absolutamente individual, así que todos esos dogmas ilustrados de un Contrato Social, en aras de una libertad colectiva, son simples quimeras maquiladas por el Leviatán. Más aún y en palabras de Walter F. Otto, la libertad (fundamento de la hedoné): “…no puede venir de la nada, sino que debe de encontrarse en la misma naturaleza de las cosas, y por eso Epicuro se atreve a atribuirle a los átomos una forma particular, aunque mínima, de libertad y voluntad de movimiento.” Ya hubiera querido el traidor de Einstein, con su cábala difusa, interpretar el verdadero carácter de la mecánica cuántica, como este personaje que existió en el siglo tercero antes de cristo (para los que creen), y en tiempos en que Selene acariciaba la Estigia con luces carmesíes como las auras místicas de Héfeso y Apolo se ensanchaba, violentamente orgulloso quemando la testa de los reyes más soberbios y devolviendo al pueblo las cenizas de los ideales estúpidos que enajenan y corrompen, la verdadera revolución de la disparidad, de la falta de coherencia, el ayuno de la disciplina os hará libres: Hermes con su caduceo dictando las reglas de la resurrección a orillas de la prístina Castalia de aguas fecundas e impredecibles, como el espíritu humano.


“Think for yourself, question authority…” repetía la grabación mientras yo me disponía a desentrañar los misterios que Jung dilucidó en el aspecto de la Sombra, algo que antecede, algo que nace del temor y en el temor se consagra al ser. Esas son las tinieblas de la psique humana, del animal humano, demasiado humano diría Nietzsche, para arrancarse su temor, el borrego humano, cordero del Horror que inventas los pecados del mundo, ¡danos la paz!


Aquí nace lo que los griegos llamaron la autarquía, es decir, el gobierno de uno mismo por uno mismo, aquí traigo a colación algo hermoso que E.M. Cioran escribe: "Soy uno de esos que, por millones, se arrastran sobre la superficie de la tierra. Uno más solamente. Esa banalidad justifica cualquier conclusión, cualquier conducta: libertinaje, castidad, suicidio, trabajo, crimen, pereza, rebeldía. Cada cual tiene razón en hacer lo que hace."


He fracasado, lo sé, sin embargo aquí estoy, sin saber bien a bien qué demonios hacer con esto que llaman vida, entonces, la pregunta de la parca felicidad Aristotélica, derivada de la convivencia social y los juegos de jerarquías… ¿debe de hacerme sentir mejor?


¡Da igual! ¿Quién lo dice? Samuel…Beckett… Mercader de ideas, explotador de su propia decadencia, cualquier juicio es insulso, ¡todo está permitido!




www.lecumberrinegro.blogspot.com



“Todo puede suceder”

por Rosario Hernández Sánchez


Maldita la hora en coincidir,

en mirar tus ojos y enamorarme de ti,
y maldita sea volver a coincidir
y de nuevo enamorarme y,
esta vez amarte.
Pero bendito el momento que roce tus labios,
toque tu cara y te dije adiós,
hoy soy feliz y no es precisamente por ti,
necesitaba salir, correr, gritar,
de vez en cuando caer,
de vez en cuando soñar,
casi siempre comer,
casi siempre recordar.
Que importa si no te olvido,
que importa si ya te olvide,
fue indispensable el cielo,
la luna, un amanecer;
para darme cuenta
que mi ahora se estaba yendo
y que en esta y en la otra vida
todo puede suceder!