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sábado, 18 de diciembre de 2010

EDITORIAL

EL SER CREATIVO


Las huelgas de arte Han surgido como un concepto bastante nombrado en la historia del arte. Menciono dos ejemplos: Luther Blissett, menciona que estas huelgas, serían más eficaces en los países que organizan su economía en torno al consumo. Claire Fontaine, propone una huelga distinta, una huelga humana, en la que la improductividad de sólo SER crea incapacidad ante el imperio.


Es curioso que tanto Luther Blissett como Claire Fontaine, no son individuos en sí , sino seudónimos que surgen de una colectividad de artistas. Ahora bien, Claire Fontaine, no habla directamente sobre una huelga mencionando al arte, sin embargo, su opinión se basa por completo en un contexto en el que un colectivo de artistas están en desacuerdo con una tendencia capitalista dentro del arte, por lo tanto, indirectamente, la HUELGA HUMANA, se convierte en una HUELGA DE ARTE.


Una Huelga, según WIKIPEDIA, es la interrupción colectiva de la actividad laboral por parte de los trabajadores con el fin de reivindicar mejoras en las condiciones de trabajo. Si hablamos de arte, entonces dentro de esta huelga queremos dejar de hacerlo por su propio bien. En los dos casos antes mencionados, el antagónico capitalismo surge como un juez de “lo que debe ser” según las reglas del mercado.


Si los artistas son aquellos que levantan esta huelga, entonces ¿por qué huelga de arte y no de artistas? La huelga de artista habla en primer lugar de la justificación de un rol bastante desgastado entre conceptos que convierten al artista en un profeta, o en un mesías. Luthier Blisset, menciona en su texto Por una Huelga Espectacular que la imagen del artista adquiere también menos sentido en cuanto a su origen (en otras palabras oficios o técnicas artísticas). Es decir, las nuevas vanguardias hablan de un rebote de artista a humano.


Propongo entonces que dentro de una huelga de arte descansemos de esas identidades que cargamos en la espalda. No laboremos en cuanto a laborar signifique emplearse o esforzarse. Pero tampoco dejemos de producir ideas propositivas. No seamos un artista, seamos una colectividad de personas que dentro de su decisión de no permitir individualismos, logremos una libertad colectiva.


Dejemos pues esa palabra a un lado, descansémosla, quitemos al artista de nuestros hombros, y pensemos ahora en crear arte como personas o colectividades.


Quizás atreviéndome a contradecir “todos somos artistas” proponiendo ahora “todos somos humanos creativos”, quedas entonces, libre de ser artista.

 
por Natalia Magdaleno